jueves, 13 de diciembre de 2012

Solo recuerdo la mano


Gritos, sirenas de patrulleros, corridas, palazos, balas de goma, gente corriendo por todos lados. Todos corrían menos uno.
Parado en medio de la humareda de los gases policiales y de los empellones de los caballos estaba Luciano. La mirada en alto, desafiante. Camisa abierta, de una herida en costado de su cara surgía un manchón de sangre…
La represión le había ganado una batalla a la rebelión.
A la madrugada del otro día, se abre la puerta de la celda de la comisaría 2°  y Luciano acompañado por un agente sale a  la calle. Había recuperado su libertad.
Sucio, cansado y medio embotado comienza a caminar sin rumbo fijo. Sin un mango en el bolsillo no le quedaba otro remedio que caminar o pedir plata para viajar en colectivo.
Aún no había salido el sol pero ya la calle se iba poblando de a poco con gente que salía para su trabajo. Comienzan a pasar los bondis y a cada rato cada vez mas llenos.
Luciano no se animaba a pedir plata pero también le resultaba imposible llegar caminando a su casa pues quedaba demasiado lejos, pero la suerte o la providencia lo ayudó.
Mientras iba caminando, ve a unos metros que un colectivo frena un poco casi sin parar y la gente comienza a subir como puede y en ese preciso momento siente un brazo que lo empuja y una voz que le dice vamos, vamos, subí.
Así colgado durante un buen trayecto del viaje Luciano logra llegar a su destino, Alguien, no sabía quien, le había dado una mano.
Así y todo debe caminar unas cuantas cuadras para llegar a su hogar. Al divisarla ve gente en la puerta de su casa. De a poco las va distinguiendo, su mamá, el padre, su novia, los vecinos, todos muestran el cansancio de haber pasado la noche despiertos.
Los abrazos y la alegría toman el lugar de la angustia y del dolor.
Entran, Luciano se va a lavar un poco y se cambia de ropa. Llegan sus compañeros de trabajo. El mate reina en la casa de la calle Gorriti, la tele encendida muestra lo  que había ocurrido el día anterior en la Plaza y en una de las escenas aparece la figura de Luciano.
Un aplauso estalla, en el comedor. Las preguntas arrecian y Luciano no tiene respuestas. Solo alcanza a decir…que se yo….estaba allí, vi la represión y no fui mas yo, era otro, corría de un lado para el otro, levante a una madre que la había golpeado un caballo de la montada y cuando ya estaba a salvo con sus compañeras, recibí un golpe de atrás y después no me acuerdo de nada.
Solo la mano de alguien que me dijo subí, vamos.


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