Amanecía en el desierto. Repentinamente el clarín rompe el silencio llamando a las dormidas tropas de la legión extranjera….tataratata, los árabes atacan……
La bandera Francesa ya hondea en el mástil superior!!!, el comandante pistola en mano y medio vestir sale de su habitación y comienza a dar órdenes.
¡Capitán, usted y sus hombres arriba en la muralla sur!, ¡sargento Smith la ametralladora sobre la puerta, el cañón a la derecha!. Maldición nos superan en número, son millares. Uuuuuuuu el viento asolaba la región.
El jeque Abdul juntó a todas las tribus del norte. La rebelión corre como reguero de pólvora. Los árabes rodean el pequeño fuerte de la legión, el jeque que esta al mando viene montado un brioso corcel blanco, las banderas verdes flamean orgullosas a su alrededor, la promesas hechas al profeta y a Alá debe cumplirse, los herejes deben ser muertos inexorablemente, grita fuertemente para hacerse oír en medio del viento desértico. (El pánico se apodera del chico que escucha estas palabras)
Sus lugartenientes repiten sus palabras y los hombres responden con poderosos gritos de guerra. El fanatismo está en su apogeo. Muerte al enemigo y el paraíso para los mártires que mueran por la causa.
La primer carga del ala derecha de los beduinos es rechazada pero luego viene otra y después otra. La ametralladora legionaria vomita balas a granel (ratatatatatata) pero no alcanzan para matar a tantos hombres, el cañón revienta luego de un largo trabajo devastador (bummmmmmmm)
Los atacantes caen por cientos pero los legionarios también, cundo se acaban las balas, el capitán ordena calar las bayonetas y resistir el ultimo ataque. El sargento Smith herido en un brazo continua heroicamente en su puesto pero con la mitad de sus hombres, las paredes del fuerte comienzan a ser destruidas.
El viento seco y el calor es sofocante, el agua ya escasea entre los defensores cuando el jeque ordena detener el ataque, llego la hora de la oración.
La plegaria es imponente, millares de hombres con túnicas y turbantes tendidos en el suelo mirando en dirección a la meca, por unos instantes las armas quedan en la arena, La legión utiliza ese momento para reponer fuerzas, el capitán da nuevas ordenes para reorganizar lo que queda de su ejercito. Al cabo de una hora una gran polvareda anuncia que los atacantes están nuevamente montados para terminar su cometido.
Otra vez el clarín lanza el grito de a las armas!!! Los legionarios saben que esta vez es a vencer o a morir o mas precisamente a morir…….
Los árabes comienzan a galopar, primero lentamente luego al galope tendido, los gritos son ensordecedores pero en un instante ocurre lo inesperado, el fuerte ya no era el objetivo del ataque.
Los jinetes, obedeciendo vaya a saber que orden giran hacia las dunas del oeste del otro lado se escucha no uno sino varios clarines llamando a la carga y lo primero que logran ver los sitiados es la bandera francesa seguida por un verdadero ejercito legionario.
El choque es brutal, sangriento, los hombres del fuerte aúllan de alegría y de impotencia por no poder aportar lo suyo en esta batalla pero podrán darse el gusto aunque amargo.
Un grupo importante de enemigos se desprende de su columna y encara hacia el fuerte, el capitán pistola en mano ordena a sus hombres atrincherarse y esperar el ataque que no tarda en llegar….Son segundos, minutos, horas, el comandante cae mal herido, se aproxima el final pero la actitud de un hombre cambia todo, el sargento Smith aún herido toma entre sus brazos la bandera tricolor y avanza hacia sus enemigos, los legionarios al ver esto abandonan sus puestos en al trinchera y lo acompañan a una muerte segura, el valor aflora en la desesperación vida o muerte pero nunca rendidos.
Una flor roja asoma en el pecho del sargento quien cae de rodillas pero mantiene en alto la bandera, un legionario la toma y sigue hacia delante, las bayonetas hablan por si solas, el sol ya esta cayendo y los últimos guerreros resisten la embestida a pie. El sargento muere como un valiente pero cuando todo parecía perdido los árabes vuelven grupas y se pierden en las dunas, el ejército legionario vencedor se acercaba a toda velocidad, la Marsellesa se imponía al viento (laralaralaralara) y el cine explotó en un cerrado aplauso y griterío…los buenos una vez mas habían ganado. THE End.
El chico que escuchaba atónito el relato ve que su hermano aún llevaba en alto su bayoneta de madera.
N. del autor: El que escribió esta historia es el chico que escuchaba y el de la foto de la izq. es el que la vivia y relataba. Gracias a el, este chico, hoy unos años mas grande aprendió a imaginar y acercarse a los libros
Edgardo R Ieraci
Edgardo R Ieraci
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