martes, 1 de mayo de 2012

Fantasmas en el palacio

Esta es una historia y no ficticia. Ocurrió en el Buenos Aires de principios del siglo XX, cuando los muchachos bien tiraban manteca al techo en los cabarets.
Cuando convivían la opulencia y las ollas populares. Cuando los trabajadores no conocían Mar del Plata salvo las sirvientas. Cuando Buenos llegaba poco más allá de la avenida Boedo.
Un inmigrante italiano levantó un hermoso palacio que aún hoy se conserva en el barrio porteño de Villa Devoto. Cercano a las vías del tren.
Dicha construcción hecha al mejor estilo europeo, respiraba por todos sus poros la tranquilidad de la zona, la belleza de sus árboles y flores.
Como decía fue construido para que su hija que estaba por contraer matrimonio lo utilizara como vivienda.
Pasaron alrededor de tres años para que estuviese terminado hasta sus últimos detalles incluso con artículos importados de Italia.
Era digno de una princesa de cuentos. El día de la boda, cientos de invitados esperaban a los novios para comenzar la fiesta, imaginémonos el espectáculo que sería en una villa devoto de los comienzos, casi una zona rural.
Los pocos vecinos de los alrededores curioseando a la distancia, los carruajes tirados por esbeltos caballos.
Las damas vestidas con lujosos vestidos largos al estilo francés y los caballeros de levita como correspondía. Todo estaba preparado. La noche hermosa, la luna estaba en todo su esplendor.
De repente alguien grita llegan los novios y explota la algarabía de los presentes, algarabía que en pocos instantes enmudece y las expresiones de alegría se trastoca en caras de horror, el tren  acaba de atropellar el carruaje que traía a los novios.
El palacio nunca fue ocupado. Hoy lo podemos ver como parte de un spa pero con el cartel de venta y dicen que por las noches de plena luna se ve a una pareja mirar por los ventanales del tercer piso.
Edgardo R Ieraci

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