Madrugada de abril de 1813, llueve en Buenos Aires. Pronto la pequeña ciudad retomará su actividad normal.
Cuando de repente, todavia entre sueños uno de sus habitantes cree oír en medio de los truenos el grito de un hombre: Se vienen los Godos!!!!!!.
Presuroso se viste, se pone casi a tientas las botas ya que la vela estaba a punto de consumirse, de las otras habitaciones comienzan a salir algunos criados para hacer sus menesteres diarios.
El hombre se había acostado tarde pues participó de algunas reuniones importantes, tuvo la oportunidad de estrechar la mano del recién llegado capitán José de San Martin y algunos de sus colaboradores inmediatos.
La creación de un cuerpo de granaderos era el tema del día. En España según un barco recién llegado se había restaurado la monarquía bajo la dura mano de Fernando Vll quien tenía obsesión por recuperar las colonias recién emancipadas o en vías de serlo.
Las noticias que había escuchado la noche anterior empezaron a correr como reguero de pólvora y casi se daba por seguro de que las tropas monárquicas estaban a las puertas de Buenos Aires. El rey había dicho no permitiremos que las colonias dejen de ser españolas y no solo eso sino que tentó también a Francia, Rusia e Inglaterra para sumarla a la cruzada. Algunos monarquicos porteños comezaron a hacer lo suyo.
Solo le bastó a nuestro amigo salir a la calle y meter sus relucientes botas en un charco de agua y barro. Los pocos que se animaban a salir a la calle corrían como enajenados y no por la lluvia.
Aparentemente los hasta entonces próceres de mayo habían caído presos, San Martin era derrotado en San Lorenzo y liniers junto a Alzaga avanzaban desde Cabeza de tigre con un ejército que se iba incrementando a cada paso.
Belgrano era derrotado en la batalla de Tucumán y las tropas españolas dominaban a sangre y fuego al virreinato del Rio de la Plata hasta ahora Provincias Unidas del Río de la Plata, Bolívar era muerto en Venezuela y caía la gran Colombia.
Los españoles avanzaban desde el norte y le pasaban por encima a Güemes y sus montoneras.
Un desastre total. Los fusilamientos de los patriotas era a diestra y siniestra, las arcadas del cabildo no daban abasto para contener a tantos ahorcados.
Juan, nuestro protagonista, volvió sobre sus pasos, entró a la casa, ordenó a los criados que atracaran las puertas y cargaran todas las armas posibles. Solo el y cinco morenos resistirían hasta donde pudieran, eran el último bastión de la revolución de mayo.
Al rato nomas unos golpes furiosos hicieron temblar las duras puertas de la casa de Juan,
Seguidamente una descarga de los españoles hiere a Juan quien es llevado hasta uno de los túneles preparados para alguna emergencia, la infección comienza a avanzar y junto a ella la fiebre.
Los godos infructuosamente buscan a los defensores de la casa. Pero finalmente los criados no pueden sofocar el grito de Juan presa del deliro febril y la cercanía de la muerte. Los realistas de la ciudad hasta hace poco vecinos del patriota lo buscabn para matarlo.
Al cabo de un rato dieron con ellos, primero cayó Eusebio luego Manuel y asi los otros, cuando divisaron al herido le empezaron a gritar y a sacudirlo, Juan en un ultimo arrebato trato de defenderse pero un sacudón lo dejó fuera de combate.
Transpirado y dolorido pudo abrir los ojos pero ya no estaba en el túnel, estaba en su pieza y junto a el, su madre, pidiéndole que se despertase…la televisión estaba todavía prendida.
La asustada mujer le preguntaba a los gritos -Juan ¿que te pasa, que soñaste?….todavía medio dormido sin entender que pasaba le dijo: No se solo recuerdo que me quedé dormido mirando el noticiero, estaba hablando el primer ministro español sobre la expropiación de YPF y las represalias que ejercerian España y sus socios europeos sobre nosotros.
Edgardo R Ieraci
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