Anochece, las luces se van prendiendo en las solitarias
casas de la isla. Los ruidos de los insectos nocturnos y de algunas aves comienzan
a escucharse . La Cruz del Sur está
en su esplendor.
El río sigue serpenteando como de costumbre, llevando su
humedad alimenticia a la verde costa, pero no se ve, se percibe. El ruido de un
motor lejano va desvaneciendo de a poco.
Todo esta en calma, tal cual Dios lo planeó el primer día.
Posiblemente, el séptimo y ya El también
está descansando. ¿Pero descansa Dios? ¿O esta atento al primer ruido de Su
creación? Como una madre, que aún durmiendo, tiene un sexto sentido para cuidar
a sus hijos.
Vaya uno a saber…..pero volviendo a la escena anterior,
dentro de la casa pobremente iluminada, dos jóvenes charlan animadamente aunque
con cierto aire de preocupación.
Ya la luna esta en lo alto de la bóveda azul oscuro, las
estrellas parpadean como si fueran luciérnagas palpitantes.
No hace frío pero la noche rocía sobre la tierra una fina
capa de agua, regalo divino para las flores que tuvieron que soportar la alta
temperatura del día. El humo sale por la chimenea, un suave olor a comida
embriaga los sentidos nocturnos mezclándose con los de la madera que se quema
de a poco.
Los personajes de la historia, comen en silencio, mirando a
la nada. Al terminar su comida elevan una oración agradeciendo al Supremo
Hacedor de todas las cosas.
Se levantan, caminan hacia el pórtico elevado de la casa y
miran el cielo estrellado, no se alcanza a escuchar sus palabras, solo se
pueden ver sus gestos.
Se sientan y mientras toman un té, comienzan a hablar, el
mas alto gesticula ampulosamente mientras el otro sonríe enigmáticamente.
La noche da paso al amanecer y los dos, no logran conciliar
el sueño. Siguen disfrutando de la charla…..aparentemente.
Solo los primeros rayos del sol, logran que ambos, se
inclinen y eleven una plegaria.
Luego si, parten hacia adentro y se tiran sobre unos catres
para descansar.
Una horas mas tarde, cuando el sol esta casi en lo alto, el
sonido de una lancha acercándose, arranca del sueño a ambos.
En un instante, los dos ya estaban vestidos y con dos
pesados bolsos al hombro, encaminándose
presurosos al muelle para abordar la lancha que los transportaría hacia
su destino final.
¿Cual será su destino
final...? decidí por esta vez dejarlo abierto para que cada uno de ustedes, se
deje llevar por la imaginación y concluyan el cuento.
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