Amanece, el calor
parece más agobiante y más fuerte que otros días. No hay nubes, el cielo esta
despejado.
Una calma nerviosa reina en todo
el país. Hay elecciones presidenciales. La campaña electoral tanto la del
Coronel como la de la oposición fue intensa y va a dejar secuelas en uno u otro
lado.
Es la segunda vez que el pueblo
trabajador tiene en sus manos el destino, su propio destino.La primera fue con
Hipólito Yrigoyen.
Mucha agua corrió bajo el puente
desde ese triunfo electoral del
peludo. Golpes de estados oligárquicos, gobiernos corruptos y
entreguistas. El Hombre estaba al servicio de la economía. La reina que no
reinaba en su país reinaba en el nuestro.
Los niños bian tiraban manteca al techo mientras las ollas populares se
hacían dueñas de los barrios pobres.
Todo era obligación nada era
derecho. Si no le gusta váyase, eran frases comunes. Existía el ministerio de
las vacas pero no el del trabajador. Hasta el embajador de EEUU encabezaba la
llamada Unión Democrática.
Radicales, comunistas,
conservadores, socialistas, demócratas progresistas eran los soldados del
Yanqui.
Eran los aliados en guerra contra
el nazi fascismo argentino.
La voz del coronel, ronca ya de
por si, estaba mas ronca aún por la intensa campaña, gritaba a los cuatro
vientos, que nada los detenga, ni tranqueras cerradas, ni las amenazas de los patrones, en el cuarto
oscuro, ustedes deciden su voto.
Y el pueblo votó. Votó por la
justicia social, Voto por la Independencia Económica y Voto por la Soberanía
Política. El 24 de febrero fue la culminación del 17 de octubre.
Ya el pueblo estaba en el poder y
era el realizador de su propia revolución.
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