viernes, 30 de diciembre de 2011

Una lejana historia de la legiòn extranjera

Amanecía en el desierto. Repentinamente el clarín rompe el silencio llamando a las dormidas tropas de la legión extranjera….tataratata, los árabes atacan……
La bandera Francesa ya hondea en el mástil superior!!!, el comandante pistola en mano y medio vestir sale de su habitación y comienza a dar órdenes.
¡Capitán, usted y sus hombres arriba en la muralla sur!, ¡sargento Smith la ametralladora sobre la puerta, el cañón a la derecha!. Maldición nos superan en número, son millares. Uuuuuuuu el viento asolaba la región.
El jeque Abdul juntó a todas las tribus del norte. La rebelión corre como reguero de pólvora. Los árabes rodean el pequeño fuerte de la legión, el jeque que esta al mando viene montado un brioso corcel blanco, las banderas verdes flamean orgullosas a su alrededor, la promesas hechas al profeta y a Alá debe cumplirse, los herejes deben ser muertos inexorablemente, grita fuertemente para hacerse oír en medio del viento desértico. (El pánico se apodera del chico que escucha estas palabras)
Sus lugartenientes repiten sus palabras y los hombres responden con poderosos gritos de guerra. El fanatismo está en su apogeo. Muerte al enemigo y el paraíso para los mártires que mueran por la causa.
La primer carga del ala derecha de los beduinos es rechazada pero luego viene otra y después otra. La ametralladora legionaria vomita balas a granel (ratatatatatata) pero no alcanzan para matar a  tantos hombres, el cañón revienta luego de un largo trabajo devastador (bummmmmmmm)
Los atacantes caen por cientos pero los legionarios también, cundo se acaban las balas, el capitán ordena calar las bayonetas y resistir el ultimo ataque. El sargento Smith herido en un brazo continua heroicamente en su puesto pero con la mitad de sus hombres, las paredes del fuerte comienzan a ser destruidas.
El viento seco y el calor es sofocante, el agua ya escasea entre los defensores cuando el jeque ordena detener el ataque, llego la hora de la oración.
La plegaria es imponente, millares de hombres con túnicas y turbantes tendidos en el suelo mirando en dirección a la meca, por unos instantes las armas quedan en la arena, La legión utiliza ese momento para reponer fuerzas, el capitán da nuevas ordenes para reorganizar lo que queda de su ejercito. Al cabo de una hora una gran polvareda anuncia que los atacantes están nuevamente montados para terminar su cometido.
Otra vez el clarín lanza el grito de a  las armas!!! Los legionarios saben que esta vez es a vencer o a morir o mas precisamente a morir…….
Los árabes comienzan a galopar, primero lentamente luego al galope tendido, los gritos son ensordecedores pero en un instante ocurre lo inesperado, el fuerte ya no era el objetivo del ataque.
Los jinetes, obedeciendo vaya a saber que orden giran hacia las dunas del oeste del otro lado se escucha no uno sino varios clarines llamando a la carga y lo primero que logran ver los sitiados es la bandera francesa seguida por un verdadero ejercito legionario.
El choque es brutal, sangriento, los hombres del fuerte aúllan de alegría y de impotencia por no poder aportar lo suyo en esta batalla pero podrán darse el gusto aunque amargo.
Un grupo importante de enemigos se desprende de su columna y encara hacia el fuerte, el capitán pistola en mano ordena a sus hombres atrincherarse y esperar el ataque que no tarda en llegar….Son segundos, minutos, horas, el comandante cae mal herido, se aproxima el final pero la actitud de un hombre cambia todo, el sargento Smith aún herido toma entre sus brazos la bandera tricolor y avanza hacia sus enemigos, los legionarios al ver esto abandonan sus puestos en al trinchera y lo acompañan a una muerte segura, el valor aflora en la desesperación vida o muerte pero nunca rendidos.
Una flor roja asoma en el pecho del sargento quien cae de rodillas pero mantiene en alto la bandera, un legionario la toma y sigue hacia delante, las bayonetas hablan por si solas, el sol ya esta cayendo y los últimos guerreros resisten la embestida a pie. El sargento muere como un valiente pero cuando todo parecía perdido los árabes vuelven grupas y se pierden en las dunas, el ejército legionario vencedor se acercaba a toda velocidad, la Marsellesa se imponía al viento (laralaralaralara) y el cine explotó en un cerrado aplauso y griterío…los buenos una vez mas habían ganado. THE End.
 El chico que escuchaba atónito el relato ve que su hermano aún llevaba en alto su bayoneta de madera.
N. del autor: El que escribió esta historia es el chico que escuchaba y el de la foto de la izq. es el que la vivia y relataba. Gracias a el, este chico, hoy unos años  mas grande aprendió a imaginar  y acercarse a los libros


                                                               Edgardo R Ieraci

lunes, 5 de diciembre de 2011

de reojo



Sentado en la mesa de un bar, el hombre miraba de reojo a una bandita de pibes cancheros que con unos fernet con cola estaban un poco avispados. Pasados de vuelta diríamos.
El veterano de varias batallas alcohólicas saboreaba un fernet pero con Cinzano y sin hielo, algunos maníes de los que quedaban solo las cáscaras rodeaban el vaso lleno por la mitad.
En una mesa ubicada cerca de una de las  ventanas, una pareja se tomaba las manos mientras sonreían y hablaban. Unos jubilados jugaban un tute cabrero, en otra mesa un solitario lector gastaba hasta la última gota del único café que consumiría a lo largo de su estadía.
Los dos ventiladores de techo giraban lentamente, el gato dormía acurrucado en la esquina del mostrador mientras el galaico que maneja el negocio pasaba sin darse cuenta el trapo rejilla sin ninguna necesidad, solo por costumbre al igual que el lápiz en la oreja.
El café del barrio, simple, acogedor, extrañando el olor a faso que ayer lo cubría todo, el ruido de las bolas de villar al chocar con el amortiguador de la culata del taco al tomar impulso y salir disparado hacia adelante. Prueba suficiente de que nadie debe ponerse detrás de un jugador de billar.
El veterano observaba todo, si hasta parecía un policía encubierto ¿lo sería en realidad?
No lo creo, pero siempre hay que dejar una puertita abierta para la duda.  Si mal no recuerdo era un domingo después del mediodía, un día histórico, el día que cambié de camiseta.
Pero volvamos al grupo de jóvenes alegres, se los oía discutir, reírse, muchas cargadas, algún piropo a la piba linda del barrio y el ojo que es mi hermana. Yo solo tomaba una gaseosa o coca para decirlo mejor.
El olor a puchero no solo se olía se sentía, despertaba apetito. En un momento hasta sentí olor a algún cigarrillo prendido,  si ya no se puede fumar me dije!!  Busqué al transgresor pero no vi a nadie haciéndolo pero juro que lo sentí.
La memoria nos juega algunas bromas pesadas.
Sin decir agua va, escucho una voz del grupo que me dice….vamos a la cancha….¿ a la cancha? Pregunté ingenuo…si a la cancha me dijeron y se reían a carcajadas.
Otra vez la memoria, el camioncito de Poiro, caminar, el olor a chori, el famoso A la visera, a la visera, todo un mundo nuevo, yo que iba con mi viejo a ver a Racing en su cancha de Avellaneda debutaba en la cancha de Boca.
No sabía para donde mirar, creo que lo que menos observé fue el partido, solo me acuerdo que era  internacional, los tipos tenían una camiseta blanca, pero a mi me encandilaba la gente, el grito de uno en miles, el agitar de banderas azul y oro.
Hasta que por fin tuve mi primera vez…a pleno pulmón empecé a gritar Si si señores yo soy de Boca…chau a  Racing aunque no lo voy a negar, un cachito lo quiero aunque sea por mi viejo.
Denrepente como decía Minguito, parpadeé  y me encontré en otro café mas moderno pero con historia el Bar Gardel, remodelado a nuevo no ya el década del 60 en la que lo conocí pero abierto al fin.
El otro el de mi imaginación El Peirano que ya no está, que lo demolieron el que estaba en Loria e Independencia, desde el que salí hacia la cancha de Boca, el de la barra de muchachos que ya no están, Lito, Gallardo (el único hincha de Racing y que precisamente murió de un paro cardiaco en la tribuna racinguista) Egidio, Delfor, Pablo)………
En el Gardel de hoy en Independencia y Entre Ríos, los compañeros del San Martín de ayer con unos cuantos años más José,  Roberto, Ricardo, Otto, Sergio, Gustavo  el veterano que miraba de reojo, es abstemio y más bueno que la malva pero sirvió de inspiración porque como siempre digo cualquier foto dispara una historia.
N. del autor: vaya esta historia como homenaje a todos los cafés que fueron demolidos y que posiblemente la mayoría de ellos no fueron famosos pero que hicieron historia, la historia que nunca se cuenta porque son historias íntimas, historias de barrio y si se quiere historias de tangos.

Me acuerdo como si fuera ayer



Me acuerdo como si fuera ayer, pucha que pasó el tiempo, que pinta que tenía!!!! Todos me miraban, hoy ya estoy viejo casi no me miran o mejor dicho si lo hacen lo hacen con desprecio.
Pero hace unos treinta y picos de años quien me paraba carajo!!!!! Me acuerdo que con los muchachos nos llevábamos a todos por delante y los muchachos de antes no usaban gomina…
Para que la iban a usar si tenían el pelo cortito no como ahora, todos con pelos largos, remeras con el che Guevara, banderas rojinegras…piqueteros..pero bueno las cosas son así, los viejos nos ponemos nostálgicos.
En esas épocas que te iban a robar, por favor, en cambio en la actualidad no se puede parar en ninguna esquina.
Me acuerdo cuando debuté, no voy a negar que me asuste, porque los muy hijos de puta ni me avisaron, íbamos… no me acuerdo por que calle, nadie hablaba y de repente paramos de golpe.
Había un flaco con una mujer y sin decir agua va, primero lo molieron a trompadas y patadas, después unos tiros y nos fuimos que ni el diablo nos alcanzaba.
Los pibes se reían, estaban contentos, se lo merecían decían ufanos, pero ese solo fue el comienzo, yo al principio también me divertía pero una noche…….todo se desmadró.
Vinieron nuevos amigos a la barra, otros se fueron, veni para aquí vamos para allá. Dale, dale que se escapa…jajajajjaj ni nos esperan, la verdad esa vida ya me estaba cansando pero uno era joven y le daba para adelante.
Recuerdo una madrugada que salimos de joda levantamos a un par de yeguas, las muy putas gritaban, lloraban, pedían por favor que no les hiciéramos nada y el jefe les dice quédense tranqui que esta todo bien, si se portan bien…..nunca mas las vi desde que las dejamos con otros amigos.
Así seguimos cerca de dos años, todas las noches, conocí mucha gente a algunas nunca mas las volví a ver ni escuchar, recién ahora después de tanto tiempo escuche por tele que nombraban a algunos de ellos en un juicio por no se que causa.
Vaya a saber..Bueno los dejo…me vienen a buscar…un señor trajeado y con el pelo cortito y con bastantes canas encima le pregunta  a mi dueño……¿UD es el que vende el Ford Falcón verde  modelo 76?.


jueves, 10 de noviembre de 2011

La tapera del viejo Vale



Hace mucho tiempo, cuando éramos chicos, mis amigos y yo mirábamos con temor y admiración la casa del viejo Vale, porque para nosotros ya era viejo aunque no lo era.
Sabíamos lo que escuchábamos de nuestros viejos e imaginábamos con lo que veíamos. Eran otros tiempos, no había televisión y recién alguna radio hacia escuchar su voz, los pocos libros o revistas  de aventuras que llegaban a nuestras manos nos excitaba el pensamiento.
Ni luz eléctrica teníamos!!!!!, el farol Sol de Noche era el rey, luego los farolitos carreros y por ultimo las velas. La sudestada se hacía sentir con sus inundaciones, la incertidumbre, el miedo pero también la tranquilidad infantil de saber que el viejo Vale pasaría de un momento a otro con su bote para ver si necesitábamos algo.
Un gaucho de río. En vez de caballo, el bote. En vez de criollo, genoves. El brazo tatuado con el rostro de una mujer hermosa, con una gran capelina y una flor inmensa en el escote del vestido.
Dicen que fue el amor de su vida. Su único recuerdo de la Italia que dejó de joven. Su amor imposible o tal vez su madre, no lo sabemos, nunca le preguntamos.
Sabía de todo, del río, del sol, de la luna. Del viento, de los peces, de las aves y siempre sonreía, una sonrisa desdentada pero encantadora, tranquilizadora.
La reunión de los sábados en lo del gallego Vázquez, después de cenar. Meta truco y escoba de quince y alguna ginebra que despaciosamente iba desapareciendo.
Un buen día, la luz eléctrica hizo su aparición triunfal y quiso el destino que junto a la llegada de esta, mi viejo decidiera vender la casa isleña y nos fuimos para no volver.
Dejábamos atrás un pedazo grande de nuestras vidas, quizás el más lindo.
Cuarenta años después el niño de entonces volvió para cerrar el capitulo de su vida que aun permanecía abierto. El Tigre ya no era el mismo. La vieja estación de tren estaba convertida en la oficina de ventas de pasajes de la lancha interisleña, la única que quedó.
El viejo embarcadero estaba convertido en Miami, solo el olor del agua contaminada conservaba aún el recuerdo de la infancia. Subí a la lancha y emprendí el regreso a casa, como si mis viejos me esperaran, como si vería de nuevo a los vecinos.
Al cabo de un buen rato, que se me hizo mas largo por la ansiedad, llegue al muelle, allí estaba, Los Palcos, pero yo notaba algo extraño, le habían añadido cerca de 3 metros mas, pues las lanchas ya no podían atracar en el viejo muelle.
Los juncos que estaban a la izquierda del mismo ahora estaban a la derecha, la confusión se apodero de mi, me sentía mareado. La alegría del reencuentro se trastocó en desilusión.
El marinero de la lancha luego de golpear por dos veces, como es costumbre para avisarle al capitán de que ya estábamos cerca de la escalera, estiro su brazo para ayudarme a bajar.
Le di las gracias pero no se la tomé, que se creía!! que era de la ciudad, si el aún no había nacido y yo ya era un veterano de las islas. Pero el salto me dejó mal parado aunque lo disimile, los años no pasaban en vano.
De todas maneras, me encaminé hacia el camino que mil veces transité y lo recordaba de memoria, pero otra sorpresa me esperaba, no lo encontré, no sabía como llegar al arroyo. Vi a una persona y le pregunté como debía hacer para llegar al riacho y me dijo, vaya por allí, la propietaria de esa casa permitió que se haga un caminito por su terreno para llegar.
Así lo hice y en un segundo vi mi arroyo, pero la casa del vasco Garayoa no estaba mas  o la habían cambiado, el montecito que lo seguía ya no existía estaba lleno de casas. Mas adelante según mis cálculos, luego del primer puentecito estaba la casa de mi tío (sobreviviente de la primera guerra mundial) pero tuve que hacer un gran esfuerzo para reconocerla y solo lo hice por una ventanita del costado.
En definitiva, mi arroyo ya no era mi arroyo era el mismo pero era otro. Nuevas casas, otras que ya no estaban o yo no las veía porque estaban tapadas por las malezas.
El corazón me latía a mil, estaba llegando a mi casa, La Estrella, si yo ya estaba golpeado, al ver en que la habían transformado sentí un cross a la mandíbula, uno de esos que pegaba Monzón.
A la distancia vi a una mujer, me dirigí a ella y cuando llegue ya no estaba. Golpee las manos como para anunciarme y no aparecía. Recién al cabo de un rato de insistir, la mujer bajó las escaleras y se acerco a donde yo estaba.
Me presenté, le dije quien era, donde vivía y hasta le nombré a los antiguos propietarios de su casa. Recién allí, se abrió un poco. De los vecinos que yo conocía solo quedaba la hija de uno de ellos, más grande que yo pero que en mi juventud estaba bastante apetecible.
Agradeciéndole a  la señora seguí mi camino, y así llegué luego de atravesar el segundo montecito, que aún conservaba sus características, a la que fuera la casa del viejo Vale.
Las malezas tapaban lo poco que quedaba de ella, eran casi de mi altura, un árbol caído impedía la entrada, solo podía ver la parte alta de lo que fuera la casa. Faltaban las ventanas y la escalera. Quise acercarme un poco mas adentro pero una enredadera con espinas me impidió el paso.
Sin darme cuenta, siento algo frío que me rosa la mano, la verdad, me estremeció, en un instante se me juntó el aspecto fantasmal de la casa convertida en tapera, el dolor que me produjeron los pinches de la enredadera y el frío que rozó mi mano.
Los vecinos que ya no están, las casas desaparecidas y solo la presencia de un perro con su fría nariz  me trajo a la realidad… ya había cerrado el círculo. Como siempre el último afecto, un perro isleño, de esos que son de todos los vecinos y no son de nadie en particular, de los que como nosotros nadie sabe de donde viene ni hacia donde va.
Pero pensándolo bien…¿habré cerrado el circulo?
                                           
                                                  Edgardo

lunes, 7 de noviembre de 2011

Palabras pa no olvidar

Mi tumba no anden buscando
Porque no la encontrarán
Mis manos son las que van
entre otras manos tirando
Mi voz la que está gritando
Mi sueño el que vive entero
Y sepan que solo muero
Si ustedes van aflojando
Porque el que vivió peleando
Vive en cada compañero



viernes, 4 de noviembre de 2011

El Pata Pata


Realizando un poco de limpieza, encontré la caja que hace un tiempo por propio decreto  la categorize como desaparecida, levanté la tapa y ahí estaba, justo un día antes de mi cumpleaños 65, increíble.
La cara del tío Martín de estatura pequeña, un hombre gigante en mis recuerdos,  que se trabó en lucha con mi viejo por hacerme simpatizante de la camiseta contraria, pero claro a pesar de los esfuerzos ganó mi viejo con la amenaza en los labios.
El tío que me enseñó como se trata a las mujeres, antes y después de lo que ya sabemos. El mismo que pasó noches  enteras intentando meter en mi cabeza porque había que tirar talco para bailar el pata-pata. Y si, ahí estaba con su hija Adriana realizando los mismos movimientos que hasta hace poco me los inculcaba y obviamente yo no me podía perder ese momento.
Resulta extraño pero agradable saber que una imagen realiza un recorrido fantástico por mi vida, ahora en el momento de mi retiro, del descanso merecido, luego de formar una base para mis hijos.
Sinceramente me encuentro con sentimientos encontrados en este momento de mi existencia, siento que ya culminó y al mismo tiempo comienza. No se bien que hacer, esta imagen en blanco y negro pero con mucho color en mi recuerdo, si hasta tengo presente el pantalón marrón tornasolado en amarillo me quedo grabado, decido tomar la agenda llamar a cada número que se encuentra en ella  y salir corriendo a esas farmacias que ahora simulan un Shopping pequeño, saco la billetera y con el comprobante en mi mano cancelo los 10 frascos de talco, para volver a festejar……….Pero antes claro.. a comprar el ultimo Long Play de Miriam Makeva.
                                                                                                                          emanuel gonzalez

martes, 25 de octubre de 2011

Pucha que vale la pena estar vivo carajo!!!!! (1)


Esto que van a leer no es un cuento, es una historia pero si hilo finito sería una reflexión basada en la foto por supuesto.
Hace unos días mi hijo me manda por correo electrónico un par de fotos de mi nietito en el jardín de infantes, les puedo asegurar que de el tengo cientas de fotos y me quedo corto, pero esta foto me impactó.
Y se me ocurrió compartir lo que sentí con ustedes. Se preguntaran ¿que hay de extraordinario en que un hijo le mande a su padre las fotos del nietito? Mirándolo así, la verdad no hay nada de extraordinario pues es  normal, es ordinario o sea lo contrario a extraordinario.
Pero aquí es donde entra en juego el poder de la mente, ¿que puede transmitir una foto que le llega a uno desde cualquier lado por medio de un correo electrónico y sacada por alguien desconocido?.
Allí esta la cuestión, la respuesta a lo extraordinario de la situación. Paso a contarles el porque de mi impacto.
Cuando veo la foto, sin proponérmelo, en una milésima de segundo mis pensamientos empiezan a fluir hacia muchas situaciones, como en una exposición de fotografías. ¿Preguntas?, un montón. Por ejemplo: ¿Que siente un abuelo o una abuela cuando un día golpean a la puerta de su casa y presentándole a un muchacho o muchacha de veintipico de años le dicen…. este es su nieto.
Fuerte.no? y si, es fuerte, fortísimo.
O sino pongámoslo al revés cuando a un muchacho o muchacha de veintipicos de años le dicen, mirá estos son tus abuelos, estos son tus tíos, los hermanos de tu papá o de tú mamá y este sos vos cuando eras chiquito junto a tu papá y tu mamá.
Tremendo, cuanta alegría, cuanta emoción, cuanto dolor.
Pienso ¿que sentiría el fotógrafo si supiese la emoción que me dio?. Ser el hacedor de rescatar algo mío, algo que  yo lamentablemente no lo pude vivir por esas cosas de la vida.
Ahora entiendo la tristeza de esos abuelos que se quedaron en Europa cuando sus hijos partieron hacia América para forjarse otra vida y no los volvieron a ver o por otra parte la alegría del reencuentro familiar.
Pero afortunadamente yo puedo disfrutar de mi nieto, de soñar su futuro, aunque la mente, que todo lo puede, en algunas ocasiones me tiñe de luto esos sueños y en otras me los devuelve con una sonrisa, como si me dijera, te lo devuelvo pero no te olvides.
                                                                                                                                               edgardo

(1) el porque del título.
Tomado de la mas famosa frase de una película pues fue lo primero que se me ocurrió y creo no haberme equivocado. Vale la pena estar vivo  no siempre significa estar taxativamente en ese estado corpóreo. Lo veo como una especie de haber trascendido en la vida, de porque pasamos por ella, como decían los chinos: Tener un Hijo, escribir un libro, plantar un árbol.
Pero esto ya es para otra historia. Por ahora creo que alcanza.


domingo, 16 de octubre de 2011

La màquina del tiempo

 
¡¡¡¡El Dodge Polara!!!!! me arrimo a el y lo observo con detenimiento, majestuoso, firme, honorable, decido buscar las llaves y sacarlo a pasear pero antes llamo a la vieja.
Nos subimos a esa impresionante maquina, le doy arranque y en un viaje sin partida la miro a los ojos y es ella, Margarita con sus 19 años, la vuelvo a ver con su pollera tubo color azul Francia y la blusa escote bote de verde esperanza, miro el espejo retrovisor y veo mis ojos grises sin el adorno de los lentes.
Estamos en nuestra primer salida vamos al rosedal, a comer en sus inmensos jardines, si, es Margarita, aquella joven que apenas la vi salir de la casa de la tía Lidia sabia que no me iba abandonar.
 Me siento con fuerza mirando el futuro, proyectando el 21 de septiembre junto a ella, doblamos en la esquina donde nos regalamos el primer y mejor beso de nuestra historia, retomo la avenida que camine varias veces para ir a buscarla, claro está, antes de tener el Polara, que luego la llevó a la iglesia y de ahí directo nos traslado a las sierras cordobesas.
Se terminó el paseo, estaciono, apago el motor y bajamos, nuevamente la observo, allí está ella  con sus 70 y pico de años, camina más lenta, observa con cuidado todo, su belleza en retroceso, mis ojos grises con su corona de lentes bifocales me muestran que el amor se llama Margarita.
                                                                                    Emanuel Gonzalez

jueves, 13 de octubre de 2011

Dicen que Dicen....


La casa misteriosa del barrio que no existe, de un tiempo que se fue. Pudo ser cualquiera, pero era  justamente ese.
 La casa de la cual se cuentan cosas…..
¿Los habitantes?  los que salían a la noche o de la noche no se sabe bien. Usaban lengue a lo malevo y taquito militar. Un facón a la cintura y el cigarro entre los labios.
De vez en cuando un bufoso salía a tomar aire y alguien caía.
Todo de noche, cuando todos duermen, cuando los laburantes duermen, cuando los pibes duermen y solo se escucha como un eco el sonido del pito largo de la ronda de los vigilantes.
A lo lejos un bandoneón llora un tango acompañado por una viola, las magnolias del jardín de la casa de la esquina, esparcen su olor embriagador……..una pareja entra en la casa, se produce un breve silencio y al ratito todo continua como antes….sòlo que una mina llora desconsolada.
Eso es lo que se dice, eso es lo que se habla, hoy sòlo quedan dos ventanas cerradas y detrás de ellas un llanto por las noches.